Dos
años después de “¿Qué fue de Baby Jane?”,
Robert Aldrich repitió la fórmula
empleada en su obra maestra dirigiendo un thriller psicológico adaptado de la
novela corta sin publicar de Henry
Farrell titulada “What Ever Happened
to Cousin Charlotte?" (Farrell también fue autor de la novela en la
que se basó la película anteriormente citada).
Como
protagonistas, Aldrich quiso volver a reunir a Bette Davis y Joan Crawford
pero esta última se negó alegando una enfermedad y el papel fue ofrecido a Katharine Hepburn, Vivien Leigh o Barbara Stanwyck que declinaron (las
malas lenguas decían que por el fuerte carácter de Bette Davis). Finalmente el
papel recayó en Olivia de Havilland.
Bette
Davis interpreta a Charlotte Hollis, una rica propietaria sureña que lucha por evitar
que derriben la mansión en la que vive recluida tras el asesinato de su amante.
La llegada de su prima Miriam (Olivia de Havilland) reabrirá viejas heridas y
perturbará la trastornada mente de Charlotte.
Con
un inicio realmente inquietante, un argumento muy sólido, bien desarrollado y
con algunos giros inesperados, “Canción de cuna para un cadáver” es una
verdadera delicia. También es destacable la preciosa fotografía en blanco y
negro y la música que terminan de redondear la película haciendo que roce la
perfección.
El
principal lastre al que se enfrenta es la comparación con su predecesora. En
ambas se mezclan oscuros secretos del pasado, violencia y locura que dan la
falsa impresión de similitud entre ellas aunque las tramas sean distintas. Los
roles de Davis y Havilland también pueden asemejarse un poco a los de sus dos
predecesoras en “¿Qué fue de Baby Jane?” pero sus personajes evolucionan a lo
largo del film de una forma distinta. Además creo que “¿Qué fue de Baby Jane?”
utiliza más la violencia física y verbal mientras que la que nos ocupa juega
con un terror más psicológico. Mi opinión es que son dos películas igual de
fantásticas y valoro la dificultad para Aldrich y su equipo de repetir la
fórmula empleada dos años antes y conseguir un resultado tan satisfactorio.
En
cuanto a las interpretaciones, una desquiciada Bette Davis lleva la voz
cantante haciendo una interpretación espectacular y con matices algo
entrañables. Olivia de Havilland resulta muy convincente en un papel más sobrio
que su compañera. Y también destaco a los secundarios especialmente a Agnes Moorehead, que aporta cierto
humor negro, Joseph Cotten y Mary Astor, con un pequeño papel que
resultó ser el último de su carrera.
Mi
conclusión es que “Canción de cuna para un cadáver” es totalmente recomendable
e imprescindible para cualquiera al que le guste el cine. Y ya de paso
recomiendo también “¿Qué fue de Baby Jane?” que para mi es igualmente
formidable.
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