Una vuelta…a la
crisis nuclear
“¿Teléfono rojo?, volamos
hacia Moscú (1964)” es una película dirigida por Stanley Kubric. Es una adaptación de la
novela “Red Alert” de Peter George.
El
argumento se sitúa en plena guerra fría. El general de la Fuerza Aérea de los
EEUU, Jack D. Ripper –nombre en clara alusión a Jack el Destripador- (Sterling Hayden) planea iniciar una
guerra contra los comunistas soviéticos pese a la negativa de su ayudante, el
capitán británico Lionel Mandrake (Peter
Sellers). Ripper da la señal al escuadrón de bombarderos B-52 a su cargo
para que sigan el plan R que consiste en bombardear territorio ruso con armas
nucleares. Informados de tal situación, el Estado Mayor se reúne en el
Pentágono y deciden atacar la base militar de Ripper. La intervención de un
sabio atómico alemán, el doctor Strangelove (Peter Sellers), les hace comprender el peligro inminente que corre
el mundo entero en caso de que se produzca una contraofensiva rusa. Por ello el presidente de los EEUU (Peter Sellers) se pone en contacto con
su homólogo soviético dándole permiso para derribar los aviones.
A
diferencia de la novela, Kubric utiliza el humor para rebajar la tensión de la
película al tratar un tema tan serio como la amenaza nuclear. Durante los 60, el miedo a ataques nucleares
soviéticos y la crisis de los misiles cubanos tenían a la sociedad en vilo –
quizá por eso el anuncio al principio del film diciendo que todos los hechos
rodados son falsos-.
Hace
unas semanas, hice una crítica sobre “La Tierra contra los platillos volantes (1956)”, película que creo que tiene un mensaje “propagandístico” de los
EEUU ante la guerra fría –los comunistas son los enemigos que vienen a
apoderarse del pueblo americano pero los estadounidenses conseguirán derrotarlos-.
Pues para mi “¿Teléfono rojo?, volamos hacia Moscú” es una parodia de esta idea.
Kubric
juega con la estupidez, el fanatismo y el miedo que conducen a la locura de un
general que es capaz de iniciar una guerra, en la que pueden morir millones de
personas, con el pretexto de que los comunistas pretenden envenenar –“fluorar”-
el agua sin prueba alguna de ello. Ese mismo miedo a todo lo que tenga que ver
con el comunismo se refleja en el comportamiento del general 'Buck' Turgidson (George C. Scott). Podemos verle
escondiendo carpetas con información de Estado de la vista del embajador ruso. Además
queda patente la inutilidad del gobierno americano ante la crisis.
Muchas
escenas rayan lo absurdo. Una de ellas es la que ocurre cuando el general Mandrake es detenido por un coronel que
asalta la base. Mandrake necesita cambio para la cabina telefónica y le pide al
coronel que dispare a una máquina dispensadora de bebidas. El coronel le
responde “le conseguiré el dinero, pero
si no habla con el presidente tendrá que responder ante la casa coca-cola”.
También es muy cómica la escena de los militares en el avión de combate
revisando sus equipos de salvamento que contienen “9 paquetes de chicles, 3 barras de labios y 3 pares de medias de
naylon”. La conversación telefónica de “besugos” entre los presidentes de
EEUU y Rusia también resulta de lo más absurda. Ambos se preguntan sobre cómo
se encuentra su familia o discuten sobre quién siente más lo ocurrido.
Una
de las situaciones que más irónica me ha resultado es el plano en el que se ve
a los militares atacando la base militar de Ripper mientras se observa un
cartel que dice “la paz es nuestra
profesión”.
Peter
Sellers interpreta 3 papeles en la película. Quizá en el que más destaca es el
del Dr. Strangelove, un ex científico
nazi asesor del presidente. Su actitud es extraña y extravagante, además de
tener ciertas actitudes nazis –saluda al presidente gritando "Mein Führer!" con el brazo
en alto-.
En
cuanto a la música, destaco el tema final “We'll
meet again” (volveremos a encontrarnos), cantado por Vera Lynn. Esta canción se hizo muy famosa entre los soldados y sus
familias durante la segunda guerra mundial. Además dio nombre a un musical de
1943. La combinación de esta canción de letra optimista con planos de
explosiones de bombas nucleares resulta curiosa.
En
definitiva, una película muy interesante e irónica de un gran cineasta. Merece
la pena verla.
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