lunes, 30 de noviembre de 2015

¿Teléfono rojo?, volamos hacia Moscú (1964)

Una vuelta…a la crisis nuclear

Cartel Dr. Strangelove

“¿Teléfono rojo?, volamos hacia Moscú (1964)” es una película dirigida por Stanley Kubric. Es una adaptación de la novela “Red Alert” de Peter George.

El argumento se sitúa en plena guerra fría. El general de la Fuerza Aérea de los EEUU, Jack D. Ripper –nombre en clara alusión a Jack el Destripador- (Sterling Hayden) planea iniciar una guerra contra los comunistas soviéticos pese a la negativa de su ayudante, el capitán británico Lionel Mandrake (Peter Sellers). Ripper da la señal al escuadrón de bombarderos B-52 a su cargo para que sigan el plan R que consiste en bombardear territorio ruso con armas nucleares. Informados de tal situación, el Estado Mayor se reúne en el Pentágono y deciden atacar la base militar de Ripper. La intervención de un sabio atómico alemán, el doctor Strangelove (Peter Sellers), les hace comprender el peligro inminente que corre el mundo entero en caso de que se produzca una contraofensiva rusa.  Por ello el presidente de los EEUU (Peter Sellers) se pone en contacto con su homólogo soviético dándole permiso para derribar los aviones.
Cabina Dr. Strangelove

Avión Dr. Strangelove
A diferencia de la novela, Kubric utiliza el humor para rebajar la tensión de la película al tratar un tema tan serio como la amenaza nuclear. Durante los 60, el miedo a ataques nucleares soviéticos y la crisis de los misiles cubanos tenían a la sociedad en vilo – quizá por eso el anuncio al principio del film diciendo que todos los hechos rodados son falsos-.

Hace unas semanas, hice una crítica sobre “La Tierra contra los platillos volantes (1956)”, película que creo que tiene un mensaje “propagandístico” de los EEUU ante la guerra fría –los comunistas son los enemigos que vienen a apoderarse del pueblo americano pero los estadounidenses conseguirán derrotarlos-. Pues para mi “¿Teléfono rojo?, volamos hacia Moscú” es una parodia de esta idea.

Kubric juega con la estupidez, el fanatismo y el miedo que conducen a la locura de un general que es capaz de iniciar una guerra, en la que pueden morir millones de personas, con el pretexto de que los comunistas pretenden envenenar –“fluorar”- el agua sin prueba alguna de ello. Ese mismo miedo a todo lo que tenga que ver con el comunismo se refleja en el comportamiento del general 'Buck' Turgidson (George C. Scott). Podemos verle escondiendo carpetas con información de Estado de la vista del embajador ruso. Además queda patente la inutilidad del gobierno americano ante la crisis.
Discusión Dr. Strangelove
Muchas escenas rayan lo absurdo. Una de ellas es la que ocurre cuando el general  Mandrake es detenido por un coronel que asalta la base. Mandrake necesita cambio para la cabina telefónica y le pide al coronel que dispare a una máquina dispensadora de bebidas. El coronel le responde “le conseguiré el dinero, pero si no habla con el presidente tendrá que responder ante la casa coca-cola”. También es muy cómica la escena de los militares en el avión de combate revisando sus equipos de salvamento que contienen “9 paquetes de chicles, 3 barras de labios y 3 pares de medias de naylon”. La conversación telefónica de “besugos” entre los presidentes de EEUU y Rusia también resulta de lo más absurda. Ambos se preguntan sobre cómo se encuentra su familia o discuten sobre quién siente más lo ocurrido.
Bombas Dr. Strangelove
Una de las situaciones que más irónica me ha resultado es el plano en el que se ve a los militares atacando la base militar de Ripper mientras se observa un cartel que dice “la paz es nuestra profesión”.
Peter Sellers interpreta 3 papeles en la película. Quizá en el que más destaca es el del Dr. Strangelove, un ex científico nazi asesor del presidente. Su actitud es extraña y extravagante, además de tener ciertas actitudes nazis –saluda al presidente gritando "Mein Führer!" con el brazo en alto-. 
Cartel paz Dr. Strangelove
En cuanto a la música, destaco el tema final “We'll meet again” (volveremos a encontrarnos), cantado por Vera Lynn. Esta canción se hizo muy famosa entre los soldados y sus familias durante la segunda guerra mundial. Además dio nombre a un musical de 1943. La combinación de esta canción de letra optimista con planos de explosiones de bombas nucleares resulta curiosa.

En definitiva, una película muy interesante e irónica de un gran cineasta. Merece la pena verla.

Mi valoración (3,5 sobre 5)

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