Una vuelta…a unos
alienígenas “adolescentes”
De
vez en cuando me apetece ver alguna de esas geniales películas de ciencia
ficción de serie B que tanto proliferaron hasta finales de los 50. Lo que me
llamó la atención, e hizo que acabara viendo esta película y no otra, fue el
título, “Adolescentes del espacio
exterior”. El director, editor, guionista y productor –hizo prácticamente todo
él-, Tom Graeff, debió pensar ¿cómo
puedo hacer que los alienígenas den más miedo aún?, pues que sean adolescentes –porque
unos ancianos del espacio exterior no darían miedo a nadie.
Una
nave extraterreste aterriza en la Tierra con el fin de dejar unas criaturas,
llamadas Gargons, alimentándose de los pastos terrestres. Uno de los
alienígenas, Derek (David Love), no
ve correcto dejar a estos peligrosos monstruos en un planeta habitado. Acusado
de traición consigue escapar a un pequeño pueblo donde conocerá a Betty (Dawn Bender). Derek debe enfrentarse a
su cogénere Thor (Bryan Grant) y al
Gargon.
A
decir verdad, me esperaba otra cosa. Por lo menos esperaba que los alienígenas
fueran adolescentes de verdad –están más cerca de los 30 que de los 15.
Los
efectos especiales son irrisorios. El efecto de rayo láser que te funde
quedando sólo un esqueleto –al que, por cierto, se le ven hasta los tornillos
que sirven de sujeción para los huesos- es tan cutre que es fantástico. El rayo
láser es un juguete de los 50 llamado “Atomic
disintegrator”. Y qué decir del Gargon –no voy a decir nada del Gargon
porque prefiero que lo descubráis vosotros mismos al ver la película. Los
efectos especiales son tan caseros que la explosión es un vídeo de una prueba
de la bomba atómica y, lo que es peor, se nota mucho que lo han puesto aparte.
La
acción al principio transcurre demasiado lentamente de forma que se desarrolla
toda la trama precipitadamente al final. Los diálogos son bastante absurdos y hay
una cierta tendencia a la sobreactuación.
Un
imprescindible para los amantes del género o los que quieren pasar una tarde
divertida. Además, no tenéis excusa porque está en dominio público.
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